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Hoy explicaremos de forma amplia a que solemos llamar en nuestras prácticas «objeto de meditación» para que quede todo mejor aclarado.
A lo mejor algunos por vuestra experiencia ya sabréis a qué nos referimos con «objeto de meditación». Pero para otros le puede venir muy bien esta aclaración.
A veces, puede pasar que se asocia tanto la respiración a la meditación, que se da por sentado que si no atiendes a la respiración no es meditación, pero no tiene porqué ser así. Lo explicaremos todo a continuación.
Con esto quiero hacer ver que el foco, el objeto de la meditación, o donde pones tu atención consciente puede ser cualquier cosa, cualquiera.
Para explicarlo de una mejor forma voy a dividir o separar cada palabra con su significado. Dividamos entonces «objeto de meditación» en Objeto y meditación.
Meditación o Mindfulness.
- Es Atención consciente plena. Como veis solo indica procesos mentales que utilizaremos. En este caso la atención y la consciencia; y si es posible hacerlo de una forma continuada. Y esto es lo realmente importante, aprender estos procesos mentales, repetirlo una y otra vez hasta que lo hagamos de forma natural, automática y que consigamos que trabaje en segundo plano en nosotros.
- Este proceso es el que ha de hacerse, indiferentemente como se llame la meditación o ejercicio de Mindfulness. Siempre hablando de la práctica de la atención consciente.
El Objeto:
Este es el punto donde queremos situar nuestra atención. El punto anterior, eran procesos mentales claros, Atención y Consciencia. En este caso hablamos del lugar, de donde situarla ( de una decisión,).
La atención necesita un lugar donde enfocarse, de lo contrario tenderá a sus anchas dependiendo de como te sientas o como estes.
Es como decir, «decido hacer esto», eso sí, ya después la mente hará de las suyas, se podrá ir a cualquier sitio, pero sabemos donde debemos volver nuestra atención, donde situarla después de haber notado que nos distraemos y haber gestionado toda esas dispersiones.
Utilizamos un objeto de meditación porque si no la mente tenderá a ir a sus anchas. Así funciona tu mente, por eso hay que ponerle un lugar donde estar, una decisión de permanecer atento a un objeto de meditación.
Aunque digamos “objeto” simplemente significa «lugar». Este lugar puede ser la respiración, los pensamientos, las sensaciones, el tacto de las manos al estar levándotela, el observar una imagen, un atardecer, el permanecer atento a la acción que haces en ese momento, a un olor, el sentir la postura, etc., etc., etc.
Todo esos son lugares donde tu decides poner tu atención consciente. Son «objetos» de tu atención. Y todos son válidos para una meditación o un ejercicio de Mindfulness.
Es verdad que ciertos focos u objetos de atención o de meditación puede facilitar más el aprendizaje o llegar a una profundidad mayor en la práctica, facilitar el entrenamiento de aprender a darnos cuenta antes y gestionar con más eficacia esas dispersiones; pero, como todo, esto debe ser una progresión, un camino en el que hay que ir paso a paso y adaptando la práctica a nuestras circunstancias y nuestras mejoras.
Por ejemplo.
– En la meditación en la atención a la respiración. El objeto de meditación es la respiración
– En la meditación, en las sensaciones, el objeto de meditación son tus sensaciones.
– Un ejercicio de Mindfulness al lavarse las manos puede ser el sentir el tacto de ambas manos como se frotan entre sí.
Dando un ejemplo práctico:
O sea, si decimos que nuestro objeto de meditación es sentir nuestro tacto mientras nos lavamos las manos, si nuestra mente se distrae en pensamientos, sensaciones, o incluso en observar la respiración, en este caso, esto sería una dispersión, porque nuestro objeto de meditación es sentir el tacto al lavarnos las manos. Y todo lo que no fuera estar ahí, en sentir ese tacto, se llama dispersión.
Y una vez que notamos esa dispersión y la gestionamos, debemos ir de forma suave a poner nuestra atención consciente de nuevo a ese «sentir el tacto» en nuestras manos.
Trasladándolo al día a día
Pasándolo al día a día, cuando llevamos ya cierto entrenamiento, y hasta cierta manera, lo tengamos trabajado de manera automática. (no quiere decir que siempre va a estar ahí, pero en si nos va a ayudar mucho), pues cuando estemos de manera normal en tu día a día y haciendo un símil con la meditación y el objeto de meditación.
Pues en nuestro día nos centramos o nos enfocamos en nuestras cosas, en nuestros quehaceres, pues esto en sí sería como «el objeto de meditación».
Y estando en los quehaceres del día donde nosotros decidimos en que enfocamos la atención para estar realizando cualquier cosa, pues nuestra mente, esa rutina aprendida de la atención consciente, nos puede ayudar a darnos cuenta cuando surgen esas distracciones, esos pensamientos, esas sensaciones, esos malestares, esas reacciones, que nos sacan de donde deberíamos estar atento o donde decidimos estar atento, pues esa rutina mental que aprendemos en meditación nos facilita el darnos cuenta y el gestionar esas dispersiones tal como lo hacemos en nuestras prácticas de meditación o Mindfulness.
Este es el beneficio de la práctica constante. Y no me extenderé mucho más porque quiero que hasta aquí quede claro esto y no hablar de otras que puedan entre mezclar conceptos
Y esas otras cosas lo mismo lo dejaremos para el próximo podcast. Y podría ser distinguir entre «Objeto de meditación ancla» y «objeto de meditación a cada instante».
Resumen
- Toda meditación debe tener un punto donde enfocarse. Donde poner nuestra atención consciente.
- Ese lugar donde pones tu atención es el que llamamos «objeto de meditación».
- Ese objeto puede ser la respiración, tus sensaciones, el tacto, el observar cualquier cosa, el escuchar a otros, el oír música, etc, etc. Pero siempre debe haber un punto donde poner la mente para que ella no vaya a sus anchas según como tengas el día.