| iTunes | iVoox
Hoy hablaremos de una situación habitual cuando comenzamos a meditar en las posturas normales de meditación y de repente empezamos a notar cierto cosquilleos por los pies, como hormiguitas andando.
Esto se suele producir por falta de práctica, de mantener una postura corporal diferente. Tu cuerpo no está acostumbrado a esta postura, habrá persona que sean más flexible o practiquen otro tipos de ejercicio corporales y esta sensación la tengan menos o no le de ningún problema, pudiera ser. Pero la mayoria pasamos por esta situación.
Reaccionaras con dos estados mentales
Entonces cuando te des cuenta de ello nuestra mente puede irse para dos estados mentales.
1- Tener miedo:
Podrás pensar… “¿Se me cangrenaran las piernas?” o “¿No podré andar cuando me levante?”, etc.
Solución: Ante esta situación la mejor actitud es no preocuparte por las piernas. Por regla general esto es más un pinzamiento nervioso que la falta de circulación. Cuando termines tu meditación esa sensación irá desapareciendo y no pasara nada, es más con el tiempo y la práctica desaparecerán, porque al fin y al cabo esta sensación viene por no estar acostumbrado a esa postura.
2- Inquietud por moverte:
Puede que ya en la meditación cuando lleves un rato, empieces a notar esta sensación de que las piernas se te están quedando dormidas, y pienses bueno… me voy a mover y voy a cambiar la posición a otra o simplemente deshago la posición para que dejar de sentir este cosquilleos en las piernas. Ante esos pensamientos tenemos 3 opciones.
Solución:
– 1. Pensamiento fugaz: Puede que esa sensación de inquietud apenas sea nada, simplemente el notar esa sensación y poco más.
Solución:Si es eso, simplemente vuelve tu foco de atención a la respiración, si solo fue un pensamiento fugaz, terminará desapareciendo en el momento que vuelvas a enfocarse en tu respiración y continues con tu práctica de meditación.
– 2. Inquietud por moverte: Puede ocurrir que ese pensamiento haya generado una inquietud por moverte ya, ¡pero ya!, porque realmente solo haces pensar en cambiar las piernas de sitio en ese mismo instante sin esperar más y no sales de ese bucle mental… entonces….
Solución: lo que deberemos hacer en el caso de que nos hayamos sumergido en esa inquietud es, cambiar nuestro foco de atención a las piernas y observala relajadamente, observa si ese estado de inquietud ha generado también unas tensiones musculares, y si es así, relajala.
Una vez tengas relajadas las piernas, observa ese estado de inquietud mental, ese que está ahí llamando a la puerta insistentemente para que no te olvides que quiere llevarse toda tu atención y no pienses en otra cosa nada más que en él.
Observa ese estado mental, pero observalo desde un estado relajado, aceptando ese pensamiento como tal, no tratando de evitarlo, no tratando de bloquearlo. Solo observalo desde una actitud relajada, amable. Esto como todo lleva su tiempo , más o menos, según tu práctica o la intensidad de ese estado mental.Y en el momento que vez que ha perdido esa fuerza, cambia tu foco de atención a la respiración y continúa con tu práctica habitual.
– 3. Moverse:
En realidad lo suyo es que no deberíamos movernos, porque si pongo esta opción, mucho ya decidiran que se pueden mover y a la que sienta cierta incomodez, pues se moverán (ja, ja). Esto de moverse hacia una posición nueva debe ser si ya has practicado y trabajado lo opción de “inquietud por moverte”, y realmente ves que no ha dado resultado y que te tienes que mover ya porque elegiste una mala posición o no puedes aguantarlo.
Solución: En el caso que decidas cambiar tu posición, nos moveremos pero lo vamos a realizar incluyendo ese movimiento dentro de la práctica de meditación. Entonces pensamos y decidimos que posición nueva vamos a escoger y en ese momento cambiamos nuestro foco de atención consciente a los movimientos que iremos con nuestras piernas y cuerpo a medida que vamos cambiando a la nueva postura. Debemos notar conscientemente como se mueve las partes del cuerpo e incluso a notar las tensiones y distensiones que existen en los músculo mientras vamos moviendonos.
En la medida de lo posible ese movimiento tiene que ser suave y despacio para que nos resulte más fácil ser consciente de cada detalle de ese movimiento. Intenta calmar la mente de esa inquietud de hacerlo rápido, observa si hace falta esa de forma relajada esa inquietud antes de ponerte a realizar el movimiento o durante ese proceso. Y una vez en la posición nueva continuamos con nuestra práctica habitual de meditación.
Eso sí, si surge ese miedo o esa inquietud por moverla, entendemos que se da porque la postura que hemos elegido al principio era la adecuada. Y que cuando nos hemos puesto en esa posición el cuerpo se encontraba en cierta manera comodo. Y que no estábamos forzando esa postura por tal de coger un posición de meditación lo más correcta posible. No hay que obsesionarse con la postura.
La postura tiene que ser cómoda o una mijita incómoda, en el sentido que es una posición nueva, pero nunca forzarse a ponerte de una forma por tal de hacerlo perfecto. Y al final lo que resulte es que esa incomodez termine llevándose toda tu atención en la meditación cada vez que te pones a meditar.
No le des excesiva importancia a la postura, solo la necesaria, poco a poco se irá escogiendo una postura más adecuada, pero eso lo da la práctica y el tiempo.